Para nadie es un secreto que si no se cuenta con el asesoramiento adecuado, las mudanzas en Alicante o en cualquier otro lado pueden llegar a ser un emprendimiento bastante estresante, sin embargo –y aunque resulte paradójico decirlo– no vine a tomar consciencia de los adversos efectos emocionales y psicológicos que este fenómeno podía tener sobre Sofía (mi hija que hoy tiene 17 años de edad) sino hasta después de que mi trabajo me llevara a mudarme a diversas localidades de la Provincia de Alicante. Al principio pensé que ella se adaptaría con facilidad a los diferentes cambios de entorno pues al contar con tan solo unos pocos años de edad y no tener las preocupaciones ni la “complicada vida social de un adulto”, se olvidaría de la ingrata experiencia tan pronto conociera a un nuevo amigo en el colegio de turno. Luego, me reconfortaba con la idea de que mi hija conocería lugares y personas diferentes, y que tendría experiencias que yo no tuve a su edad, además, a medida que fue creciendo ella parecía disfrutar más y más de las bondades del “sitio nuevo”. No obstante, pronto comenzaron a aparecer las desavenencias, los arrebatos de rabia y demás actos de rebeldía que tontamente atribuí a los primeros años de la adolescencia, y para empeorar las cosas el rendimiento escolar de mi hija (que siempre tuvo excelentes calificaciones) comenzó a verse afectado, su vida social evolucionaba de un modo similar al de otras adolescentes de nuestro barrio, pero algunas de sus amistades no eran exactamente las que todo padre desearía para su hija; y ya después apareció el desanimo y la apatía junto con los primeros episodios de aislamiento. Aquel guardamuebles en Alicante… un aliado inesperado
Desde luego que todo esto me significó una gran preocupación y me motivó a buscar la ayuda profesional de una psicóloga, quien luego de un par de sesiones me recomendó involucrar a Sofía lo más posible en el proceso de toma de decisiones de nuestra siguiente mudanza. Sin embargo, la oportunidad de hacerlo se presentó de un modo bastante extraño, pues cuando llegó el momento de mudarnos nuevamente; la empresa para la que laboraba me exigió que lo hiciera en un lapso bastante corto y así tuve que alquilar un guardamuebles en Alicante para almacenar cosas que me llevaría después de que nos hubiéramos instalado, fue el momento perfecto para pedirle a mi hija que me ayudara a seleccionar lo que nos llevaríamos y lo que guardaríamos (tratando de no dejar las cosas que a ella le gustaban), y de allí en más visitamos nuestro contenedor durante varios días para “arreglar” algunas cosas, e incluso escogimos juntos el nuevo lugar donde viviríamos, hasta que como por arte de magia su conducta comenzó a mejorar notablemente y su rendimiento escolar volvió a ser tan bueno como antes. Hace ya bastante tiempo renuncie a la empresa para la que laboraba, de manera que hace ya varios años que no cambiamos de residencia, pero todos los días doy gracias a Dios por los consejos que me dio esa psicóloga y por la buena atención de aquel arrendador de guardamuebles en Alicante que con tanta paciencia nos permitía visitar nuestro trastero a cualquier hora del dia.
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